Cuando
antiguamente en las ciudades sitiadas, los largos viajes por mar, las expediciones
polares, se producía insuficiencia de alimentos frescos, surgía en los
habitantes o en la dotación una enfermedad, que Cordus describió por primera vez en 1534, el escorbuto,
Muy pronto se comprendió también que los vegetales verdes, tal como la ficaria,
podrían evitar y curar la enfermedad. Hoy sabemos que esa enfermedad está sobre
todo producida por la falta de vitamina C, sustancia que en 1928 Szent-Gyögyi
logró aislar como cuerpo químico puro y más tarde se denomino ácido ascórbico.
Los marinos holandeses ya habían descubierto en el siglo XVI el efecto
antiescorbútico de los limones y las naranjas y realmente las frutas de esta
familia muestran un contenido extraordinariamente elevado de vitamina C. Entre nosotros
es rara la aparición de casos de escorbuto, pero la investigación de los
efectos de la vitamina C ha conducido a sorprendentes conocimientos y comprobaciones.
Su empleo en la vitaminosis C
La
escasez en vitamina C se hará notar y sentir por cualquiera que se observe.
Muchos investigadores se han ocupado de los síntoma de esta insuficiencia y han
constatado que toda una serie de desórdenes orgánicos tienen por origen la
falta de vitamina C. Ente ellos puede contarse la astenia (cansancio
primaveral), la inapetencia, molestias reumáticas en los músculos,
articulaciones y nervios. La tendencia a hemorragias de piel y mucosas, la
propensión a catarros en las vías respiratorias, digestivas y urinarias. Cuando
se presenta tales síntomas es el momento de consumir diariamente limones y
naranjas para evitar graves lesiones orgánicas y recuperar salud, capacidad de
rendimiento y fuerza de resistencia.
La
necesidad media diaria en una persona sansa de vitamina C se calcula en 100 – 200
g de zumo de naranja o limón. A este respecto, debe tenerse en cuenta que se
produce una necesidad de consumo muchísimo mayor en el embarazo, la lactancia,
las enfermedades infecciosas, el cáncer, la diabetes, la enfermedad e Basedow y
las intoxicaciones, así como con motivo de grandes esfuerzos. El hecho de que
un intenso trabajo físico impone una mayor necesidad de vitamina C, al igual
que las edades avanzadas.
Otros usos de estas frutas
El
valor de la naranja y el limón no se reduce al contenido en vitamina C. También
el ácido cítrico, presente en ambas frutas, ha de tenerse muy presente. Se
produce en el organismo y se introduce en el sistema óseo. Desempeña un
importante papel en el metabolismo orgánico. En los bebes cuando se ha añadido
ácido cítrico a la leche poseen mayor resistencia al raquitismo. Incrementa la absorción del calcio por el
intestino. Así el ácido cítrico es , junto con la vitamina D, un importante
factor en la prevención y curación del raquitismo.
De gran
importancia práctica es la observación, que se ha podido comprobar, de que un
par de pinceladas en la mucosa nasal y bucal con zumo fresco de limón en los
portadores de bacilos diftéricos conduce
rápidamente a liberarse de ellos. Al parecer interviene en esa desaparición el
ácido cítrico. Obsérvese a este respecto el efecto de la miel sobre los bacilos
diftéricos.
Fuente: “La alimentación y la salud” del Dr. Ernesto Schneider.
Fuente: “La alimentación y la salud” del Dr. Ernesto Schneider.
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