La
cebolla aumenta la producción de jugo gástrico y, con ello, su capacidad de
desinfección y desintegración de albúminas. Se incremente también la formación de
jugos intestinales, exterminando parásitos del intestino causantes de
putrefacciones, inflamaciones y focos purulentos; estimula el desarrollo de
colibacilos normales.
Pero no
sólo incita a una mayor actividad de las mucosas gastrointestinales, sino también
el hígado, la vesícula y el páncreas, efectos que equivalen a los ejercidos
sobre las mencionadas mucosas y que también fomentan el mejor funcionamiento
digestivo.
Se
forma en la mucosa el duodeno debidamente incitada, una hormona, denominada
secretina, que, a través de la sangre, estimula la secreción por el páncreas de
fermentos digestivos. La influencia decisiva de un funcionamiento normal del
páncreas sobre el proceso digestivo se comprende por el hecho de que sólo dicha
glándula está en condiciones de producir simultáneamente fermentos para la desintegración de
proteínas, hidrocarbonados y grasa. Precisamente los componentes estimulantes
de la cebolla pueden fomentar en grado desusado la producción de secretina,
garantizando así el buen funcionamiento del páncreas. Pero la cebolla no sólo
hace posible la mayor formación de fermentos y hormonas (secretinas) sino que
además contiene esas mismas sustancias, Precisamente figura entre las
hortalizas con mayor contenido de fermentos. Por otra parte, se ha discutido en
ella la presencia de una hormona vegetal (glucoquinina), que actúa en el metabolismo
del azúcar como la insulina del páncreas y puede reducir el exceso de azúcar en
la sangre.
Como la
cebolla contiene también las vitaminas B y C en abundancia, constituye, especialmente
durante l invierno, el mejor método contra las avitaminosis o, en combinación
con el jugo de patatas prensadas y frescas contra el escorbuto propiamente
dicho.
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