Nuestras
abuelas lavaban la ropa con esta lejía que obtenían con cenizas de la lumbre de
madera (nunca de carbón) y agua.
Aunque esta lejía es más
suave, hay que tomar precauciones en piel y ojos.
La ceniza se pasa por un
tamiz para separar los trozos de carbón.
Mientras más blanca y
calcinada está la ceniza, mejor lejía obtendremos.
Cuanto más dura es la madera
más fuerte se consigue la lejía.
Para hacerla más fuerte aún, se puede mezclar lo obtenido con más ceniza.
Se mezcla la ceniza filtrada con 4 partes de agua caliente en un cubo, según
la concentración buscada.
En verano
usando un cubo de metal será suficiente con colocarlo al sol.
Se deja cubierto de 24 a 48
horas, removiéndolo bien, al menos una vez, durante el tiempo de reposo.
Pasado
ese tiempo se filtra con un paño.
El líquido es resbaladizo al
tacto, lo que indica su poder limpiador.
Puede sustituir en algunos
usos a la lejía comercial, no dañando la ropa y desinfectando frutas, legumbres
y utensilios de cocina, suelos y baños.
También se puede usar para hacer jabón líquido en lugar de la sosa.
La pasta húmeda resultante del filtrado puede usarse para hacer cemento, en lugar de arena.
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