Hacer jabón, como andar en bicicleta, todo el mundo sabe, pero pocos lo hacen.
Parece
que es sucio y engorroso, y que además
requiere muchos preparativos y mucho material, como el aceite reciclado, que
hemos tenido que ir recogiendo durante bastante tiempo.
No
es necesario acumular aceite usado: con pequeñas cantidades ya podemos hacer
jabón siempre que mantengamos las proporciones adecuadas: con medio litro de
aceite reciclado, medio litro de agua y 100g de sosa (en frío) ya podemos tener un buen pedazo de
jabón.
Hay
que adoptar algunas medidas de seguridad
para evitar que la sosa cáustica nos queme la piel o los ojos; basta seguir las
instrucciones del envase de sosa.
Preparación
del jabón en frío
Se
diluye la sosa en el agua echándola con precaución por las salpicaduras y
vapores.
Se
produce una reacción química que libera calor.
Se
vierte lentamente el aceite sobre el agua con la sosa, removiendo
constantemente y siempre en el mismo sentido, para que no se corte el jabón.
Se
remueve durante el tiempo necesario para que espese y se inicie la
saponificación.
Se
agregan colorantes y esencias, lo que a nivel doméstico es poco efectivo pues
la reacción química continúa y elimina
los colorantes y perfumes no industriales.
Se
vuelca en el molde y se deja curar el jabón durante un mes, por lo menos.
Nota:
El batido no es tan sacrificado y largo, si utilizamos una batidora eléctrica.
Si
queremos un jabón líquido para las manos o la lavadora (ropa de color) la
proporción de agua será del doble y el batido debe repetirse periódicamente durante varios días, hasta conseguir el resultado deseado.
A
partir de estos elementos básicos, se pueden realizar numerosas variaciones;
como añadir al final del batido, plantas olorosas o medicinales: aloe vera,
romero, ortiga, etc.
La
fuente de la grasa puede ser animal o vegetal, no sólo aceite de cocina.
En
lugar de agua “pura” se puede emplear leche, destilados de plantas, etc.
En
lugar de sosa, se puede usar lejía de ceniza de madera (nunca de carbón).
Hay
numerosas “recetas” y se requiere práctica y paciencia para convertirse en
MAESTRO JABONERO, pero los primeros pasos ya son productivos y satisfactorios,
pues hasta podemos reutilizar los restos de los primeros desastres.
Además
con troqueles de repostería podemos dar un aspecto artístico a nuestro trabajo.
Las
herramientas a utilizar las tenemos ya en la cocina: cualquier puchero o balde
puede servir (excepto de aluminio) y los moldes podemos obtenerlos a partir de
las bandejas de algunos envases, o de tuppers pequeños.
El
jabón obtenido es excelente para la piel y la lavadora; si bien no puede
competir en blancura con los detergentes industriales (que no jabones); trata mejor los tejidos y resulta más barato y
ecológico, y totalmente compatible con otros productos.
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