Mediante
tales experimentos, hemos llegado finalmente al conocimiento de que nuestras
grandes esperanzas de superar a la
naturaleza mediante la obtención de sustancias puras no pueden realizarse en
muchos casos y de que, por el contrario la naturaleza creó sustancias activas y
alimentos concentrados tanto en nuestras plantas medicinales como en las
frutas, verduras y legumbres, en las cuales cada factor conserva una proporción
maravillosa, la más favorable para nuestro organismo. Hemos de volver hoy de nuevo aquella verdad, puramente intuida
por Hufeland (1762-1836), de que toda planta alimenticia o medicinal constituye
una individualidad y debe ser estudiada y empleada como tal.
Nos atenemos, pues, a las viejas experiencias cuya realidad vuelve a comprobar siempre la
ciencia, de que todo el producto natural es más activo que cualquiera de sus
compuestos aislados.
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